jueves, 12 de agosto de 2010

Ley de Arizona

Es justo escuchar dos campanas

Por Lae Gutiérrez

Decir que la ley de Arizona es una solución para poner fin al problema de la inmigración desmedida en los EEUU podría acarrearte algún que otro mal momento respecto a la gran cantidad unificada de afectados que piensa lo contrario.

Más aun si eres latinoamericano, la inmensa masa que sufre el novedoso fenómeno que cuestiona y pone en peligro los derechos humanos en USA.

Sin embargo es bueno siempre oir dos versiones, dos campanas, dar su momento a las partes contendientes en un problema que pudiera confundirse y mezclarse con un asunto de pasión, fanatismo o lo que es peor y ahora estamos viviendo… Político.

Por un lado es entendible que nadie quiere verse cuestionado públicamente sobre su estatus legal o migratorio, nadie quiere que le detengan después de una posible mirada criminalizante de sospecha, que le requieran documentos sin medir con leyes las actitudes, palabras o gestos que pueda recurrir el inquisidor policía o agente del orden.

Pero del otro lado la balanza también lleva peso y la pasión en este caso no ayuda al inmigrante. Es justo que se mida el desenfreno migratorio, un imparable problema por el que han luchado tanto algunos estados especialmente los fronterizos. Cuando se dice que el gobierno federal se cruza de brazos a la hora de dar soluciones efectivas y definitivas al problema.

Hoy día existen países en donde el inmigrante no tiene sencillamente ningún derecho constitucional a imponer sus leyes y si se defiende, lo que diga es simplemente pasado por alto. En Europa hay países que ni siquiera se toman la molestia en cuestionar sus leyes a la hora de actuar como pretende el Estado de Arizona.

En España por ejemplo, se vive diariamente. Puede observarse en las calles, los medios de transportes públicos, bares y centros comerciales concurridos mayormente por latinos, como un grupo de agentes señalan, cuestionan, requisan y revisan como reos animales a gente con aspectos de extranjeros, más directamente a latinoamericanos.

En Arizona existen una serie de difíciles problemas de antaño: Inmigración sin control, gangas latinoamericanas, mas gente que de alguna u otra manera ingresa ilegalmente al Estado, entre otras.

Como entonces podrían dar soluciones a unos problemas en crecimiento, sin pensar en establecer leyes que rijan y se impongan de alguna forma seria y severa para detener eso.

Cada país, en este caso, cada estado, establece sus leyes de acuerdo a su bienestar y progreso, hay un órgano rector que las mide, las regula y establece.

Sin embargo cuando el problema enmaraña un serie de asuntos profundos y delicados como en este caso entonces merece la atención del gobierno federal y la unión de todos sus ciudadanos.

Escuchar dos campanas siempre es justo, bueno y necesario.