domingo, 27 de junio de 2010

Reportaje: El hatico


En los años que intermediaron el lucro de 1985 hasta 1990 el barrio estaba colmado de gente humilde, gente que paulatinamente se había venido con buenas intenciones, azadas y picos de los más recónditos campos de la ciudad de la vega.

De repente estaban allí, marcando los días que hoy añoro tanto, rodeado de gente campesina, trabajadora y noble, de buenos corazones, viviendo feliz y armónicamente en el hatico.

Tardes calientes o lluviosas, viajes al balneario en las pintorescas semanas santas de chacás y habichuelas o febrero de diablos cojuelos.

Al pasar de los años las cosas fueron cambiando, el ritmo fue otro. Empezaron a surgir cosas que pintaban de manera clara una inminente evolución, nada sería lo mismo

Que pasaba entonces con el barrio que ahora mudaba la piel?

La gente empezó poco a poco a emigrar hacia los EEUU. Ya fuera por reagrupación familiar como por la suerte de que el consulado norteamericano le otorgara una visa.

Nadie quería quedarse escuchando el afamado progreso de los que se habían ido.

Se hablaba en cada patio de las casas sobre el cambio y progreso experimentado por los viajeros

Estos que al volver lustrosos, opulentos y con la piel en brillo daban claros indicios de que lo que ocurría allí no era distinto de lo dicho

Así que se hizo general el interés y afán de todos los ya no tan humildes campesinos.

La gente siguió emigrando, los que no tuvieron tanta suerte seguían soñando, intentando, el resto quedó probablemente frustrado.

Pronto el hatico se quedó sin gente o la gente fue cambiando, la idiosincrasia de los hatiquenses ya no era la misma, al pasar de los días venia a vivir gente aun más extraña.

Hace un año, al volver encontré ese hatico, no era ni sombra de lo que había sido...La gente ya no estaba, ni doña negra, cheche o Mazo, los que estaban eran definitivamente distintos, las calles asfaltadas, inmensos edificios en los guayabales donde solía jugar cada tarde. Gente que miraba extraño... Ya no estaban los pomales del rio.

El hatico ya no era lo mismo.

Laury A. Echavarría.